LOS NIÑOS DE NADIE
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3.430 es el número de niños que actualmente están en las calles del centro de Medellín ejerciendo algún tipo de mendicidad bien sea para fines de explotación por parte de otros o por sus propios medios ya que muchos de estos niños hacen de la calle su hogar.
Este problema no es nuevo para la ciudad, ni su origen es desconocido, sin embargo aparecen día a día nuevas barreras que impiden tanto a las autoridades como a los niños afectados dejar la calle y reingresar a la vida social y familiar y al mismo tiempo acceder a sus derechos como niños.
Pero hay en este problema una confusión frente a significados y a la profundidad real de los acontecimientos. Generalmente se confunden los términos niños en la calle y niños de la calle. El primero responde a esos niños que generalmente son alquilados por sus padres para fines de explotación ya sea por medio de la mendicidad o la prostitución y en segundo lugar están los niños que hacen de la calle su sitio de ubicación permanente y que tienen aparentes rasgos como los primeros , pero cuya situación se presenta mas preocupante.
En las calles del centro de Medellín es frecuente encontrar en las esquinas, agolpados unos con otros niños y niñas que a simple vista no pasan los 15 años de edad y que generalmente están acompañados de una bolsa negra y un tarro de “sacol” o “Bóxer” (pegante industrial, vendido sin autorización a los menores en las tiendas y ferreterías del centro) para perderse en alucinaciones y olvidar; o como ellos dicen… En un viaje.
Un Viaje que lo hace que se sientan felices, que no sientan hambre, dolor o frio, pero un viaje que finalmente siempre termina por llevarlos al miedo.
El miedo de las calles, de la soledad, de la condición de ser niño en un lugar donde ser grande y fuerte significa sobrevivir. Dudan tiene 14 años y vive en las calles hace mas de 3 años , se fue de su casa por varias razones; dice que lo hizo principalmente por las golpizas que le propinaba su padrastro a él y a su mama, en segundo lugar por que habían grupos armados que buscaban captar niños en ese sector y en un tercer lugar porque desde los 10 años consumía mariguana y sacol y su mamá no lo dejaba hacerlo mientras estuviera en casa , así que decidió irse para la calle y buscar en pedir una monedita el sustento de su vicio.
Dudan no se imagina que su historia es la de muchos niños en su misma situación , niños “parchados” en las Empresas Publicas, por Carabobo , niños que viven en Combos y que todos tienen algo en común además de su situación de calle “las drogas”.
Mientras que el Ejercito y la Policía colombiana decomisa toneladas y toneladas de cocaína, el gobierno discute sus leyes y la aprobación de la dosis personal , en las calles del centro de Medellín cientos y cientos de niños y niñas como Dudan se pierden en sus “viajes” y finalmente como algunas instituciones lo plantean en especial la Secretaria de Bienestar Social de la Alcaldía de Medellín; cuando se quiere recuperar a estos niños , los efectos destructivos de estas drogas altamente toxicas , que van acabando con las neuronas de los infantes ya ha hecho su trabajo y muchos de estos niños no logran ni siquiera tomar un lápiz e incluso su capacidad motriz y su habla se ve disminuida.
Frente a niveles tan elevados de niños en la calle las autoridades la Alcaldía de mano de la secretaria de Bienestar social han montado en su portafolio de servicios y la unidad de niñez y adolescencia el Sistema de atención a la infancia y adolescencia en situación de calle. Este proyecto esta orientado a atender niños, niñas y adolecentes, en situación de calle, entre 6 y los 17 años de edad, brindando atención diurna y nocturna las 24 horas del día, ofreciéndoles alojamiento, alimentación, educación, atención en salud, elementos de aseo personal y recreación y se realizan remisiones para atención especializada de acuerdo con su problemática particular.
Cuenta además con la atención desde las modalidades de: prevención, sensibilización, y captación en calle, medio abierto y fortalecimiento de redes de apoyo.
Además la Policía Nacional tiene dentro del plan de infancia y adolescencia unas patrulladas denominadas las F11 que patrullan las calles en busca de estos niños y generalmente son llevados a las instituciones que les prestan la debida atención, pero después de una semana estos niños regresan a las calles.
Pero la solución de las autoridades se traduce también en el gran problema que se presenta con estos niños. La policía, y en general las personas que representan la “autoridad”, les producen miedo porque los pueden detener y por las agresiones que les infligen.
…¿Miedo? Claro, de la policía, de los del F2, del CTI. Responde Dudan.
Pero no solo temen a este tipo de autoridad que de una u otra forma tiene fuertes y muy graves faltas frente a su ética profesional, también le temen aquellos a quienes no les pueden ver el rostro, por las experiencias vividas y los imaginarios construidos en épocas de “limpieza social”, donde la modalidad es el asesinato selectivo, previo aviso, en los que se cubrían los rostros para no ser reconocidos.
Las agresiones y los abusos son el pan de cada día de estos niños, que parecieran estar acostumbrados y que finalmente extrañan las calles cuando se encuentran en los centros de acogida. Pero los peligros son muchos, en el proceso de vida en la calle, los niños están expuestos a ser heridos por arma de fuego (“bala”), armas corto punzantes y otros objetos. Algunos afirman tener miedo de una puñalada o de un disparo, el miedo se concentra en factores relacionados con la violencia, es decir, agresiones, lesiones, violaciones y atracos.
Los peligros a los que se exponen son muchos, sin embargo el factor drogas juega un papel importante en el raro gusto que estos niños le encuentran a las calles, el estar bajo los efectos alucinantes de las drogas les hace sentir una sensación de poderío, de fuerza y no sienten ningún tipo de temor frente a lo que representan las calles.
… pero así, pues, consumido, no. No le tengo miedo a nada. Recalca Dudan mientras habla de sus miedos en la calle.
Los falsos imaginarios de la ciudad, de la ciudad que medio vemos mientras caminamos entre las Gordas de Botero o mientras hacemos fila en las Empresas Publicas, nos impide ver el trasfondo de este problema. Estos niños producto de sus vicios y de lo que la calle trae, mueren en las aceras de Medellín, aprender a robar, a matar (a puñaladas), aprender a huir, mientras deberían estar en las escuelas, aprendiendo ha ser niños y a ser gente.
Finalmente uno se preguntaría si la culpa es de los padres, de los niños o de las autoridades y las fundaciones. Pues todos tenemos culpa.
Los padres por abandonar, golpear, maltratar, abusar, alquilar y explotar a sus hijos; los niños porque simplemente no saben como mas vivir es mas fácil estar en las calles sin “ley alguna” y Pescar la comida, las cobijas, el baño y la dormida cada que las fundaciones se hacen presente y dedicar la plata que ganan pidiendo o robando a satisfacer sus mal llamado vicio, pues por obvias razones podríamos hablar de niños adictos. Culpa también de las autoridades que aunque con planes y con castigos están faltando a sus principios en ocasiones maltratando y abusando de estos niños desprotegidos en las calles y culpa de usted y de mí por darles la monedita por pesar que finalmente termina en las manos de algún jibaro.
La perdida inocencia de estos niños tal vez sea rescatable, pero redimir culpas es caso aparte además queda abierta la pregunta, no respuesta por Dudan sobre esos grupos armados que esta obligando a estos niños a salir de sus casas y llegar a las calles para no ser reclutados. Otro tema digno de una investigación.
Elaborado por:
Elida Yesnit Arias Ramírez
Comunicación social y periodismo cuarto semestre.
Este problema no es nuevo para la ciudad, ni su origen es desconocido, sin embargo aparecen día a día nuevas barreras que impiden tanto a las autoridades como a los niños afectados dejar la calle y reingresar a la vida social y familiar y al mismo tiempo acceder a sus derechos como niños.
Pero hay en este problema una confusión frente a significados y a la profundidad real de los acontecimientos. Generalmente se confunden los términos niños en la calle y niños de la calle. El primero responde a esos niños que generalmente son alquilados por sus padres para fines de explotación ya sea por medio de la mendicidad o la prostitución y en segundo lugar están los niños que hacen de la calle su sitio de ubicación permanente y que tienen aparentes rasgos como los primeros , pero cuya situación se presenta mas preocupante.
En las calles del centro de Medellín es frecuente encontrar en las esquinas, agolpados unos con otros niños y niñas que a simple vista no pasan los 15 años de edad y que generalmente están acompañados de una bolsa negra y un tarro de “sacol” o “Bóxer” (pegante industrial, vendido sin autorización a los menores en las tiendas y ferreterías del centro) para perderse en alucinaciones y olvidar; o como ellos dicen… En un viaje.
Un Viaje que lo hace que se sientan felices, que no sientan hambre, dolor o frio, pero un viaje que finalmente siempre termina por llevarlos al miedo.
El miedo de las calles, de la soledad, de la condición de ser niño en un lugar donde ser grande y fuerte significa sobrevivir. Dudan tiene 14 años y vive en las calles hace mas de 3 años , se fue de su casa por varias razones; dice que lo hizo principalmente por las golpizas que le propinaba su padrastro a él y a su mama, en segundo lugar por que habían grupos armados que buscaban captar niños en ese sector y en un tercer lugar porque desde los 10 años consumía mariguana y sacol y su mamá no lo dejaba hacerlo mientras estuviera en casa , así que decidió irse para la calle y buscar en pedir una monedita el sustento de su vicio.
Dudan no se imagina que su historia es la de muchos niños en su misma situación , niños “parchados” en las Empresas Publicas, por Carabobo , niños que viven en Combos y que todos tienen algo en común además de su situación de calle “las drogas”.
Mientras que el Ejercito y la Policía colombiana decomisa toneladas y toneladas de cocaína, el gobierno discute sus leyes y la aprobación de la dosis personal , en las calles del centro de Medellín cientos y cientos de niños y niñas como Dudan se pierden en sus “viajes” y finalmente como algunas instituciones lo plantean en especial la Secretaria de Bienestar Social de la Alcaldía de Medellín; cuando se quiere recuperar a estos niños , los efectos destructivos de estas drogas altamente toxicas , que van acabando con las neuronas de los infantes ya ha hecho su trabajo y muchos de estos niños no logran ni siquiera tomar un lápiz e incluso su capacidad motriz y su habla se ve disminuida.
Frente a niveles tan elevados de niños en la calle las autoridades la Alcaldía de mano de la secretaria de Bienestar social han montado en su portafolio de servicios y la unidad de niñez y adolescencia el Sistema de atención a la infancia y adolescencia en situación de calle. Este proyecto esta orientado a atender niños, niñas y adolecentes, en situación de calle, entre 6 y los 17 años de edad, brindando atención diurna y nocturna las 24 horas del día, ofreciéndoles alojamiento, alimentación, educación, atención en salud, elementos de aseo personal y recreación y se realizan remisiones para atención especializada de acuerdo con su problemática particular.
Cuenta además con la atención desde las modalidades de: prevención, sensibilización, y captación en calle, medio abierto y fortalecimiento de redes de apoyo.
Además la Policía Nacional tiene dentro del plan de infancia y adolescencia unas patrulladas denominadas las F11 que patrullan las calles en busca de estos niños y generalmente son llevados a las instituciones que les prestan la debida atención, pero después de una semana estos niños regresan a las calles.
Pero la solución de las autoridades se traduce también en el gran problema que se presenta con estos niños. La policía, y en general las personas que representan la “autoridad”, les producen miedo porque los pueden detener y por las agresiones que les infligen.
…¿Miedo? Claro, de la policía, de los del F2, del CTI. Responde Dudan.
Pero no solo temen a este tipo de autoridad que de una u otra forma tiene fuertes y muy graves faltas frente a su ética profesional, también le temen aquellos a quienes no les pueden ver el rostro, por las experiencias vividas y los imaginarios construidos en épocas de “limpieza social”, donde la modalidad es el asesinato selectivo, previo aviso, en los que se cubrían los rostros para no ser reconocidos.
Las agresiones y los abusos son el pan de cada día de estos niños, que parecieran estar acostumbrados y que finalmente extrañan las calles cuando se encuentran en los centros de acogida. Pero los peligros son muchos, en el proceso de vida en la calle, los niños están expuestos a ser heridos por arma de fuego (“bala”), armas corto punzantes y otros objetos. Algunos afirman tener miedo de una puñalada o de un disparo, el miedo se concentra en factores relacionados con la violencia, es decir, agresiones, lesiones, violaciones y atracos.
Los peligros a los que se exponen son muchos, sin embargo el factor drogas juega un papel importante en el raro gusto que estos niños le encuentran a las calles, el estar bajo los efectos alucinantes de las drogas les hace sentir una sensación de poderío, de fuerza y no sienten ningún tipo de temor frente a lo que representan las calles.
… pero así, pues, consumido, no. No le tengo miedo a nada. Recalca Dudan mientras habla de sus miedos en la calle.
Los falsos imaginarios de la ciudad, de la ciudad que medio vemos mientras caminamos entre las Gordas de Botero o mientras hacemos fila en las Empresas Publicas, nos impide ver el trasfondo de este problema. Estos niños producto de sus vicios y de lo que la calle trae, mueren en las aceras de Medellín, aprender a robar, a matar (a puñaladas), aprender a huir, mientras deberían estar en las escuelas, aprendiendo ha ser niños y a ser gente.
Finalmente uno se preguntaría si la culpa es de los padres, de los niños o de las autoridades y las fundaciones. Pues todos tenemos culpa.
Los padres por abandonar, golpear, maltratar, abusar, alquilar y explotar a sus hijos; los niños porque simplemente no saben como mas vivir es mas fácil estar en las calles sin “ley alguna” y Pescar la comida, las cobijas, el baño y la dormida cada que las fundaciones se hacen presente y dedicar la plata que ganan pidiendo o robando a satisfacer sus mal llamado vicio, pues por obvias razones podríamos hablar de niños adictos. Culpa también de las autoridades que aunque con planes y con castigos están faltando a sus principios en ocasiones maltratando y abusando de estos niños desprotegidos en las calles y culpa de usted y de mí por darles la monedita por pesar que finalmente termina en las manos de algún jibaro.
La perdida inocencia de estos niños tal vez sea rescatable, pero redimir culpas es caso aparte además queda abierta la pregunta, no respuesta por Dudan sobre esos grupos armados que esta obligando a estos niños a salir de sus casas y llegar a las calles para no ser reclutados. Otro tema digno de una investigación.
Elaborado por:
Elida Yesnit Arias Ramírez
Comunicación social y periodismo cuarto semestre.
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